Fue la agencia norteamericana que la dictadura argentina contrató para ocultar los crímenes de lesa humanidad y limpiar la imagen del terrorismo de Estado. De sus entrañas surgieron operaciones de prensa y campañas a favor de la represión a nivel nacional e internacional. Hoy la empresa sigue funcionando en Argentina con el nombre Burson Cohn & Wolfe.
Por Sergio Alvez *
Por la módica suma de 1.100 millones de dólares, la Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 había tomado por asalto la conducción de la República Argentina, contrató a la agencia norteamericana Burson-Marsteller, para que a través de una estrategia que esta compañía detalló en un documento de 155 páginas, se desplegasen acciones comunicacionales tendientes a “lavarle la cara” a un régimen dictatorial que ya en sus primeros meses, y con el genocida Jorge Videla a la cabeza, comenzaba a recibir ciertos cuestionamientos internacionales ante las denuncias por desapariciones, torturas y otras violaciones a los Derechos Humanos en diferentes puntos del país.
El contrato suscripto con esta empresa estadounidense en 1976 era ambicioso. No solamente incluía un despliegue frenético de artículos periodísticos con informaciones falsas o adulteradas en medios de comunicación locales, sino también una campaña propagandística que iba desde intervenciones en la vía pública (afiches) hasta la producción de materiales especialmente destinados a la prensa internacional, pasando por operaciones abiertamente criminales como la que tuvo por víctima a Thelma Jara de Cabezas, madre de una persona secuestrada por la dictadura, que corrió la misma suerte y fue utilizada en esa condición por la revista Para Ti, `para la puesta en escena de una entrevista fraguada.
Antes de conocer más sobre Burson-Marsteller, vale la pena detenerse en el episodio mencionado en el párrafo anterior, ya que representa uno de los hechos más aberrantes de la historia del periodismo argentino, aunque debe resaltarse que su contexto era el de la campaña desarrollada por la agencia estadounidense.

Thelma Jara de Cabezas fue secuestrada el 30 de abril de 1979. Permaneció ocho meses en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En sus primeros meses de detención ilegal, y ante un inminente arribo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina, Thelma fue obligada a brindar una falsa entrevista que fue publicada por la revista Para Ti el 10 de septiembre de 1979. La sacaron de la ESMA para llevarla a una peluquería y la vistieron con ropas nuevas. La entrevista se realizó en la confitería Selquet, ubicada entonces en Figueroa Alcorta y La Pampa de la Capital Federal. “Habla la madre de un subversivo muerto” se tituló el artículo firmado por el periodista y entonces jefe de Redacción de Editorial Atlántida (que publicaba Para Ti, Gente y otras revistas), Agustín Bottinelli, quien en 2014 se convirtió en el primer periodista procesado por delitos de lesa humanidad en Argentina (finalmente la Justicia terminó dictando “falta de mérito”).
La propia Thelma y su representación legal, confirmaron que en aquella oportunidad ella tuvo dos opciones: prestarse a la movida de prensa o ser asesinada.
Volviendo a Burson-Marsteller, se trata de una agencia que nació en 1953 a partir de la fusión de ideas y proyectos entre el relacionista público Harold Burson y el publicista Bill Marsteller. Previo a ello, Burson había oficiado como agente de prensa independiente, logrando relevancia por sus transcripciones de los juicios de Nuremberg, en 1945. Tras ello, Burson fundó la Harold Burson Public Relations, firma que terminaría unificándose luego en el proyecto internacional Burson-Marsteller.

En 1961, la empresa de relaciones públicas estadounidense se convirtió en la primera en su rubro en abrir una sucursal en Europa. Años más tarde, en 1976, la agencia abrió su primera oficina en Latinoamérica, más precisamente en Sao Paulo, Brasil.
Tras firmar contrato con la dictadura argentina, Burson-Marsteller se convirtió en el principal núcleo comunicacional del terrorismo de Estado, trabajando sistemática e incesantemente en la disputa de sentido en torno a la imagen de la dictadura, utilizando herramientas fraudulentas y estigmatizando a víctimas, familiares y organizaciones de Derechos Humanos, convirtiéndose en cómplices directos de la represión y el genocidio.

Uno de los productos emblemáticos de la agencia fue el documental Argentina y el terrorismo (https://bit.ly/408AM5B) cortometraje de 24 minutos de duración, en cinta de 16 mm y presentado en inglés, en el cual se muestra una visión absolutamente distorsionada de la historia y la realidad argentina, y una mirada elogiosa del terrorismo de Estado. Esta cinta fue producida en 1980 y en su momento enviada a diferentes embajadas del mundo. A lo largo del film, aparecen entrevistas a diferentes colaboracionistas políticos, clericales y empresariales de la dictadura cívico militar.
“Al intentar explicar la conflictividad social de la Argentina, la cinta caracteriza la crisis política nacional como una pieza del juego entre las dos superpotencias de la época y enfatiza el rol de las Fuerzas Armadas como efectoras de la contención necesaria para que el país no caiga bajo la órbita del marxismo-leninismo” detallan desde el Archivo RTA, una plataforma que tiene ene como objetivo principal el ordenamiento, preservación, digitalización y puesta en estado público del material audiovisual y sonoro que fuera tanto grabado como emitido por Radio Nacional y Canal 7 – Televisión Pública.
El film en cuestión fue hallado en la Embajada Argentina en Sudáfrica en 2013, junto a otros materiales de propaganda del régimen militar argentino y actas de incineración de documentos del Servicio de Inteligencia Naval firmadas por los jerarcas militares Rubén Chamorro y Alfredo Astiz.
Un dato interesante en torno a este cortometraje, es que quienes realizaron las entrevistas fueron miembros activos del personal de inteligencia del Batallón 601, cuyos nombres –más de 5 mil- se conocieron a través de una desclasificación ordenada por la entonces presidenta Cristina Fernández en 2010.
Otro elemento de la campaña de Burson Marsteller consistió, en 1977, en una encuesta realizada en varios países europeos, cuyos resultados se encuentran en un escrito que llegó a manos de la Cancillería argentina recién en 2015. Este escrito contiene además, sugerencias para la puesta en marcha de una campaña de imagen efectuadas por diferentes personas, entre las que se destacan la visita de periodistas “de diarios prestigiosos de Estados Unidos y Canadá” a la Argentina.
Con el advenimiento del Mundial de Fútbol de 1978 que tuvo a la Argentina como anfitriona, la agencia echó a rodar la infame campaña Los Argentinos somos Derechos y Humanos, con la que los militares recibieron a los inspectores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Durante su actuación en favor del terrorismo de Estado en Argentina, Burson Masteller no contó conuna sede física en el país. Recién en 1994, abriría su primera oficina en Buenos Aires.

En 2015, la Comisión de Relevamiento para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cancillería, encabezada por la investigadora y referente de los organismos de derechos humanos, María Teresa Piñero, encontró y analizó entre una serie de documentos, los contratos firmados entre la Junta Militar y la agencia de publicidad estadounidense, sus sucesivas renovaciones y el plan de comunicación que esta agencia redactó para la dictadura: “Un Programa de Comunicaciones Internacionales para la Argentina” de octubre de 1976.
Harold Burson murió en enero de 2020, a los 98 años, en su natal Estados Unidos. Entre otras figuras, asesoró en sus últimos años de vida, a Bill Clinton y Bill Gate. Cuando Hardol murió, desde la sucursal argentina de Burson Marsteller lo despidieron con honda congoja, considerándolo su “presidente fundador” (año a año lo saludaban así para su cumpleaños).

Actualmente, la agencia se presenta en Argentina de la siguiente manera: “BCW es una de las agencias de comunicaciones integradas líderes en el mundo. Fundada tras la fusión de Burson-Marsteller y Cohn & Wolfe ofrece programas de comunicación integrada para ser ejecutados a través de diversos canales online y offline. Trabajamos para clientes de los sectores B2B, consumo, salud, corporativo y tecnología, así como para la gestión de asuntos públicos y posibles crisis. BCW es parte del grupo WPP (NYE: WPP), líder en servicios de comunicaciones”. El Director de BCW Argentina actualmente es comunicador Darío Minore. La oficina de la agencia se encuentra Av. del Libertador 7208, en CABA.

La falta de ingeniería jurídica y decisión política en Argentina, permite que este conglomerado pueda ser parte de la vida democrática argentina sin mayores problemas. Esta falencia, al igual que la falta de debido juzgamiento a los responsables empresariales, clericales y civiles de la última dictadura, sigue siendo una de las grandes deudas de la democracia argentina.
(*) Periodista. Especial para Variaciones.
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