¿Qué dejan los nueves días de pesquisas, testimoniales y excavaciones de la Justicia Federal en Misiones en el marco de la causa por “desaparición forzada” de Mario Golemba? ¿Cómo fueron las tareas y cuáles las expectativas que se abren de cara a la continuidad de la investigación? Apuntes sobre la labor judicial, las voces (y silencios) y la esperanza de ponerle fin a la impunidad.
Por Redacción Variaciones

1. Es una mañana como cualquier otra en Dos de Mayo. La temperatura es bastante elevada para ser julio. Los inviernos en Misiones son así. Un puñado de días frescos – incluso algunos muy fríos- y el resto de la estación, un “hermoso calor”, como dicen aquí. Sobre la vereda de un lado y otro de la Avenida de los Colonos, es interesante ver la diversidad de sombreros que usan los hombres. Si se presta atención, muy pocos andan sin nada en la cabeza. Los hay de cuero con el ala chata, al estilo estanciero. También con viseras curvas, como usan los gaúchos en el sur de Brasil. Otros son de paja y se fabrican en Paraguay, y así. Lo importante es cubrirse del sol. De pronto, la parsimonia se quiebra. Una fila de vehículos avanza en romería por esa misma avenida. Encabeza el desfile una camioneta de la Gendarmería Nacional. También hay vehículos de la Policía Federal, autos oficiales del Ministerio de Justicia de la Nación, móviles de la Prefectura Naval y otros rodados sin identificación institucional visibles. Todos estacionan, uno a uno, en adyacencias de la comisaría de Dos de Mayo. En las veredas, las personas se detienen a mirar. De los comercios, también surge gente intrigada. Todas las miradas apuntan al edificio policial. Algunos sacan fotos y envían mensajes de Whatsapp a las emisoras radiales de la zona. Crece la intriga. Pronto, efectivos de la Gendarmería cercan el frente y los alrededores de la comisaría con cintas de nylon que dicen “peligro”.
Varias de las personas que han bajado de los autos, aguardan en la vereda de la comisaría. Ingresa una mujer. Se trata de la fiscal federal Silvina Gutiérrez. Sube los escalones de entrada. Comunicará a las autoridades presentes, que se trata de un allanamiento de la Justicia Federal, en el marco de la causa que investiga la desaparición forzada del ciudadano Mario Golemba, ausente desde el 27 de marzo de 2008.

2.Una excavadora marca Hyundai se mueve, frenética, sobre la superficie de tierra colorada que existe en uno de los laterales del terreno de esta comisaría. En este sector, hay una extraña construcción con techo ovalado. Tiene un pequeño cuarto y al lado un baño. Nadie sabe explicar bien para qué se utilizaba este habitáculo con más de 40 años de edificación. A un costado sobre una mesa larga, un grupo de personas trabaja a la par de los peritos. Sobre esa mesa hay una máquina lo suficientemente llamativa como para preguntar por ella al hombre que la manipula. “Es un georradar” dice. A su lado, hay trabajadores de la Fiscalía, y de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) del Ministerio Público Fiscal de la Nación. “El acompañamiento que estamos teniendo como familia por parte del DOVIC, desde el año pasado cuando la causa pasó a la Justicia Federal, es extraordinario. Nos ayuda a seguir adelante. Nos brinda contención” afirma Eliezer Golemba, hermano 13 años menor que Mario, que ha venido desde Resistencia (Chaco), para presenciar y ser parte de las pesquisas en este y otros lugares de la zona.
El operativo está a cargo de un comandante de Gendarmería Nacional de apellido Zardi. Por allí andan también los buzos tácticos de Prefectura Naval e imperturbables a la espera de su hora de trabajo, los perros entrenados de la División Canes de la Policía Federal.
Otro de los hombres que conduce las tareas viste una chaqueta negra con la inscripción Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas (SIFEBU). Este espacio creado dentro del Ministerio de Seguridad de la Nación en 2016, tiene como principal objetivo “propiciar el análisis y el tratamiento del fenómeno de personas desaparecidas y halladas con identidad desconocida, y su posible vinculación con delitos, para desarrollar políticas públicas y estrategias idóneas en la materia”.
El SIFEBU trabaja no sólo de manera interinstitucional (con distintas agencias estatales) sino con organismos de la sociedad civil dedicados a la temática (Missing Children, Equipo Argentino de Antropología Forense, Red Solidaria, etc).
Desde su puesta en marcha, el SIFEBU logró resolver algo más que el 50% de los casos en los que intervino: 10.945 . Esto significa que quiere decir que continúan como extraviadas 10.668 personas. El Sistema Federal ha registrado 7.672 casos de personas NN, sobre las cuáles se produjeron 1.743 identificaciones. Uno de los casos más resonantes en materia de identificaciones fue el del joven bonaerense Luciano Arruga, asesinado y enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Este caso comparte un rasgo con la desaparición de Mario Golemba: el involucramiento de la fuerza policial.
Otro caso en los que trabajó el SIFEBU y que remite al del misionero Golemba, en relación al tiempo transcurrido desde la desaparición, es el de Mariela Tasat. La joven desapareció en septiembre de 2002 cuando tenía 14 años. Durante más de 15 años su familia labuscó, pero fue a partir de la intervención de la Coordinación de Búsqueda e Identificación de Personas NN del SIFEBU, que pudo ser identificada en octubre de 2017.
“El Sistema Federal sólo deja sin efecto una búsqueda cuando la persona es hallada efectivamente o la persona con identidad desconocida es identificada” explica el hombre de la chaqueta.

3.La atención mediática del Caso Golemba llegó a su pico máximo en 14 años, durante los nueve días de pesquisas entre Dos de Mayo y Oberá. Canales de televisión, diarios, radios y portales de todo el país estuvieron siguiendo las instancias, entrevistando a familiares y querella, y recordando el hecho ocurrido el 27 de marzo de 2008.
A lo largo de esas nueve jornadas, también hubo silencios. Por ejemplo, no hubo declaraciones de quien entonces estaba al frente de la Comisaría de Dos de Mayo, Ewaldo Katz. Tampoco nadie le preguntó nada al entonces ministro de Gobierno y actual diputado provincial Jorge Franco. No hubo intervenciones tampoco de quien fuera jefe de la Policía de Misiones. No habló la jueza del caso durante 13 años, Alba Kunzmman de Gauchat.
Quien sí efectuó declaraciones unos días después de finalizadas las tareas en campo de la Justicia Federal fue José Luis Garay, quien era intendente de Dos de Mayo cuando Mario Golemba desapareció y quien actualmente es alcalde de este municipio. Algo ofuscado, y con la evidente intención de desviar la mirada social del caso hacia otro lugar, Garay declaró ante un grupo de movileros de Posadas – y reafirmó luego en una entrevista de Radio Cainguás-que para él “Mario nunca regresó de Oberá a Dos de Mayo”. Incluso se animó a dejar una frase para los titulares: “Mario está vivo”.
Lo que desconoce el testimonio de Garay, es que decenas de testigos y elementos probatorios incorporados a la causa, corroboran la presencia de Mario Golemba en la comisaría de Dos de Mayo el 27 de marzo de 2008. Ya no son sólo dos los testimonios que involucran a la policía de Dos de Mayo.
Antonio Golemba, fallecido padre de Mario y durante los primeros años, solitario investigador de la desaparición de su hijo, decía lo siguiente en un artículo del diario Primera Edicón publicado el 4 de abril de 2010: “A una semana de la desaparición de Mario, me entrevisté en persona con el ministro de Gobierno, Jorge Franco, y el subjefe de la Policía de Misiones, Víctor Rutschman. La orden de Franco fue que una vez por semana iban a dar información acerca de la investigación. Pero desde mayo del año pasado cuando atestiguaron los presos de Oberá, nunca más se contactaron “.
Los “presos” de Oberá a los que refiere Antonio en esa nota, fueron las dos primeras personas que aseguraron haber visto a Mario detenido y golpeado en la comisaría de Dos de Mayo en la noche de su desaparición.
Sin embargo, durante años reinaron las pistas falsas, las hipótesis sin asidero y las maniobras distractivas que tenían como objeto generar confusión y garantizar la impunidad. Hoy, desde que el caso está en manos de la Justicia Federal bajo la carátula de “desaparición forzada”, no queda ninguna de esas hipótesis en pie: todo apunta a la violencia institucional.

4.Fueron nueva jornadas intensas de trabajo de la Justicia Federal en varias locaciones de Dos de Mayo y una de Oberá. Al finalizar, desde la querella que encabezan el abogado Rafael Pereyra Pigerl y la abogada María Vignolles, emitieron una comunicado indicando que “los resultados fueron negativos en cuanto a los restos óseos, pero el caudal de elementos acopiados durante estos nueve días, resultan de vital importancia para la continuidad de la causa”.
Es decir, la ausencia de la prueba de restos óseos, no anula ni invalida en absoluto la línea de investigación o la posibilidad de esclarecimiento del caso. En Argentina, hay suficiente jurisprudencia en materia de juicios finalizados en lo que sin dar con el cadáver, se llega a condenas por el delito de homicidio.
Uno de los casos conocidos es el de Miguel Bru , estudiante de la carrera de Periodismo desaparecido en 1993.Su cuerpo nunca apareció pero la justicia de La Plata dio por probado que lo asesinaron (después de torturarlo) en 1993 en una comisaría.
Otro caso es el del trabajador rural Daniel Solano, que desapareció en 2011 en Río Negro. Por su muerte, condenaron por homicidio agravado a siete policías; algunos de ellos también por vejaciones. El cadáver jamás apareció.
Así, hay decenas de casos que demuestran que es absolutamente posible esclarecer y juzgar efectivamente a los responsables de desapariciones, femicidios y homicidios aún cuando el cuerpo de la víctima nunca aparezca.
Para la familia Golemba, más allá del dolor inevitable por no poder dar cristiana sepultura a Mario, el trabajo realizado por la Fiscalía, las fuerzas de seguridad y los organismos intervinientes en esta etapa, dejan una sensación inédita en 14 años. Por un lado, que el trabajo judicial que se está realizando es serio. Por el otro, que la verdad y la justicia, están cada vez más cerca.

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