Bruno Zerbin fue un querido maestro rural misionero, primer docente de la Escuela 568 de Colonia El Progreso, en el municipio de 25 de Mayo. Fue detenido varias veces en dictadura y torturado en la Brigada de Investigaciones de Posadas. Sin embargo su nombre no figura en ningún registro oficial. Gracias al testimonio de familiares, colegas y amigos, esta es la primera vez que se cuenta su historia.

Por Sergio Alvez

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Alemanes del Volga se llama a las personas que luego de la terrible Guerra de los Siete Años  (1756-1763) emigraron desde el actual territorio de Alemania hacia la vasta estepa rusa conocida como región del Volga, en cercanías del río homónimo, uno de los más grandes cursos de agua dulce del mundo.  Allí mantuvieron su idioma, sus costumbres, sus credos (católicos, protestantes luteranos y menonitas) y otros elementos propios de su idiosincrasia.

Más tarde, en 1878, muchos Alemanes del Volga comenzaron un nuevo éxodo hacia Latinoamérica.  Este movimiento migratorio se mantuvo hasta 1923, cuando arribó a Argentina el último contingente. En ese tiempo, fundaron colonias y pueblos rurales en un puñado de provincias argentinas. Misiones fue una de ellas.

Heinrich Zerbin nació a orillas del Volga en 1904. Cuando tenía 8 años, emigró junto a su familia, huyendo de la guerra y la hambruna. Primero, se asentaron en Brasil. Ahí,  Heinrich conoció a Alma Scholze, hija de padre austríaco y madre rusa, con quien se casó y tuvo cuatro hijos.

En la década del treinta, junto a sus hermanos, cruzó el río Uruguay hacia Argentina. Sus hermanos mayores, Valdemar y  Albino Zerbin, figuran en el listado oficial de los pioneros que son homenajeados en cada aniversario de la fundación del municipio de 25 de Mayo, en la provincia de Misiones, o en el día de la “llegada del primer inmigrante” de 25 Mayo,  Alfredo Schoninger, quien puso un pie en esas tierras, según cuentan, el 23 de agosto de 1933.

En 25 de Mayo, Heinrich compró unas treinta hectáreas de tierra. Se casó con Alma. Tuvieron cuatro hijos. El tercero, nació el 6 de noviembre de 1944 en el hospital de la fronteriza localidad de Alba Posse. Lo llamaron Bruno Plácido Zerbin.

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Durante la primaria infancia de Bruno, Misiones aún no era provincia. Alcanzaría ese estatus recién en 1953, cuando Bruno tenía 9 años. Como muchos otros niños de esos parajes rurales inhóspitos y por momentos peligrosos, Bruno adquirió en esos años, distintos conocimientos propios del entorno agrario, del monte y las picadas.  Era muy  curioso y asimilaba rápido cualquier enseñanza. Antes de los ocho años, ya había aprendido a disparar, habilidad transmitida por su padre durante inolvidables excursiones a la selva.

Terminó la primaria en 25 de Mayo y luego, se radicó, con 14 años, en Oberá, para estudiar en la Escuela Normal y convertirse en maestro. Lo lograría recién en 1968, ya que antes, durante dos años se mantuvo en el servicio militar obligatorio, en la Brigada Aérea de Morón. En esos años, de adolescencia y primera juventud, sus experiencias se multiplicaron, forjando un carácter aventurero, generoso y con conciencia social. “Era un muchacho con una gran inteligencia. Y era divertido, ocurrente. Le gustaba mucho la farra en esos años, pero era a la vez muy trabajador y sabía hacer muchas cosas. Sabía de mecánica, sabía de cultivos y de la tierra, hablaba de política, era muy buen amigo” recuerda un compañero de sus años mozos.

Bruno (arriba, el tercero de derecha a izquierda, con gorro) junto a sus compañeras/os de secundaria.

Algunas fotografías de la época, lo encuentran rezagante, pulcro y elegante, pero sobre todo sonriente, en distintas situaciones y compañías. En una, se lo puede ver emitiendo un sapucay con un vaso en la mano junto a un dúo de músicos. En otra, apunta con un arma larga hacia un horizonte que la toma no llega a capturar. Hay otra en la que posa,  entre maquinarias y dos compañeros obreros, en el taller metalúrgico donde trabajó una temporada.

Bruno, de saco y corbata, compartiendo un momento musical con amigos.
Bruno (primero de izquierda a derecha) junto a sus compañros de trabajo en el taller.

“En ese taller, mi viejo y sus compañeros hicieron los primeros Cafañotos, como se les llamaba a esos tractores Fiat transformados en cosechadoras de té. Hasta hoy, en las chacras del interior pueden verse algunos. Tuvieron mucho éxito en esa época”, cuenta a Variaciones, Humberto Bruno Zerbin, el único hijo de Bruno, que vive en Posadas y tiene 52 años.

Una vez dado de baja del servicio militar, Bruno regresó a 25 de Mayo, donde conoció a Nancy Cristaldo.

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Colonia Gisela es un pueblito de la ribera del Paraná, donde viven familias misioneras, paraguayas y descendientes de inmigrantes europeos. Aquí, en 1937, nació Nancy Cristaldo. En su adolescencia, Nancy descubrió a través de una hermana mayor que le escribía cartas a Eva Perón, el pregón de ese movimiento de masas llamado peronismo. Se hizo peronista enseguida. A los 15 años, con autorización de sus padres comenzó a trabajar en la administración de un establecimiento perteneciente a La Suizo Argentina.

El amorío con un policía, siendo muy joven, la llevó a vivir a San Pedro, en el norte misionero,  donde tuvo a su primer hijo. De este vínculo con el policía, tuvo que escapar. Así llegó a 25 de Mayo, donde conoció a Bruno Zerbin. Se casaron a principios de la década del setenta. A los pocos meses nació Humberto, que sería el único hijo del matrimonio. Nancy era modista y cultivaba té. También militaba política y socialmente. Entre otras cosas, enseñaba el idioma español a integrantes de las comunidades mbya guaraní de la zona. Con el peronismo proscripto y demonizado, recaía en la tarea de las y los militantes, sostener las bases de la doctrina a la espera de tiempos mejores.

Por entonces, la pareja y el recién nacido vivían en el Paraje 320, o Aristóbulo Chico. Funcionaba allí la Escuela  común Nº 320, donde Bruno empezó su vida docente un 17 de abril de 1968, según consta en un documento del Consejo Nacional de Educación. Al poco tiempo pasó a dar clases en la única escuelita rural de Colonia Aurora.

Comenzaba así una odisea para ir y venir, a través de esa distancia de cien kilómetros de tierra roja, en su moto Gilera 200. “Era un maestro rural apasionado, con un sentido del compromiso y un amor muy grande a cada comunidad en la cual le tocó trabajar” recuerda un colega.

También estuvo al frente del aula en la lejana colonia Arrancatoco, de Aristóbulo del Valle,  y en escuelas de El Soberbio, 25 de Mayo y Caraguatay. En todas las instituciones por las que pasó, es recordado con cariño y respeto. “Soy maestra gracias a él. Era un docente que amaba su oficio y era amado por sus alumnos ” afirma una ex alumna de la Escuela 320 y actual maestra de grado en Montecarlo.

 

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El 13 de abril de 1975,con el 46, 3 por ciento de los votos, el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) ganó las elecciones generales de la Provincia de Misiones, consagrando al escribano Miguel Angel Alterach como gobernador.  Estas elecciones tenían como finalidad “normalizar” la situación de la provincia tras la intervención federal que sucedió al magnicidio (aún impune) en el que murieron el gobernador Juan Manuel Irrazábal y el vicegobernador César Napoleón Ayrault, ambos también referentes del peronismo.

En el marco de su militancia activa en el peronismo, Nancy Cristaldo trabajó en la campaña del FREJULI, recorriendo las colonias de la Zona Centro y el Alto Uruguay, para dar a conocer la propuesta del partido. En una fotografía en blanco y negro, del archivo familiar de Humberto Zerbin, se la ve a Nancy dando un discurso en un mitín peronista, junto al candidato Alterach, quien sería depuesto por el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Nancy en un mitín político. A la derecha, de anteojos, Miguel Alterach.

Con el advenimiento del terrorismo de Estado, comenzó también una feroz persecución al docente Bruno Zerbin por parte de la policía de 25 de Mayo, ahora bajo las órdenes del Ejército, y como parte de los operativos ejecutados en la Zona 2 del Area 232, según las coordenadas del plan represivo.

“Mi padre y mi madre habían tenido problemas con la policía antes de la dictadura. Como ellos se habían casado, pero ella no se había divorciado de su anterior marido por la sencilla razón que no existía el divorcio, los policías de 25 de Mayo fueron a buscar al primer marido de mamá, porque este también era policía. Y este hombre radicó una denuncia por bigamia contra mi madre. Querían meterlos presos” recuerda Humberto Zerbin, en alusión a uno de los varios altercados que Bruno Zerbin mantuvo con la policía años previos a la dictadura.

“Papá era bravo, respetado, retobado por momentos, no se dejaba avasallar por nadie. No se deja prepotear por la policía. Usaba armas con permiso de tenencia. Era cazador. Había un comisario que envidiaba un fusil Winchester que él tenía. Se la quería comprar y papá nunca se la quiso vender” añade el hijo de Bruno.

Pero todas esas rencillas quizás anecdóticas, se transformaron en una cacería política contra Bruno, una vez que el destino institucional de la provincia y el país estuvo bajo el mando de los militares.

Humberto “Pichón” Zerbin, único hijo de Bruno.

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A las pocas semanas del Golpe, un grupo de policías arribó a la vivienda de los Zerbin, con la intención de allanarla. Lo primero que encontraron al entrar, fue el amplio cuadro en la pared, donde se veía a Juan Domingo Perón montado a su caballo pinto.

Esa noche se llevaron detenido a Bruno. Lo soltaron a los pocos días. Y un par de semanas después volvieron a allanar su casa , esta vez para interrogarlo sobre el paradero del dirigente agrario Pedro Peczak. En ese allanamiento, la policía robó el preciado fusil Winchester.

Tras ese allanamiento, Bruno fue secuestrado y trasladado desde la comisaría de 25 de Mayo hacia la Brigada de Investigaciones que quedaba sobre la calle Madariaga de la ciudad de Posadas y que hoy forma parte del listado de 36 centros clandestinos de detención que funcionaron en la provincia. Allí fue brutalmente torturado.

“Esa vez lo chuparon. Antes habían allanado con  orden y sabíamos a dónde se lo llevaban. Esa vez fue distinto. La angustia de no saber dónde estaba era terrible y con mi madre salíamos a buscarlo por todos lados” recuerda Humberto Zerbin.

Años después, Bruno le contaría a su familia y allegados, las sesiones de picana, simulación de fusilamiento y otras atrocidades que padeció por parte del personal policial y militar de la Brigada de Investigaciones.

“Al cabo de unos días los soltaron. Y él cuando volvió se fue a Santa Rosa, Brasil, donde permaneció una temporada. Consiguió empleo en un secadero. Pero al cabo de unos meses regresó. Cuando los militares se enteraron, otra vez lo detuvieron y se lo llevaron” evoca Humberto.

Ante estas detenciones, el Consejo General de Educación de la Provincia adoptó una medida servil al terrorismo de Estado. A través de la Resolución Nº1424, del 10 de septiembre de 1976, las autoridades deciden abrir un sumario administrativo contra el docente Bruno Zerbin, “por conducta incompatible”. Esto redundó en la cesantía. Es decir, que el sistema educativo misionero privó a un maestro perseguido por la dictadura, de seguir trabajando y percibiendo un salario.

Resolución de cesantía contra el maestro Bruno Zerbin.

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En una tercera  detención en la Brigada de Investigaciones de Posadas,  Bruno Zerbin volvió a sufrir torturas devastadoras. Fue un secuestro. De la comisaría de 25 de Mayo, a Bruno lo sacaron en una furgoneta hacia Aristóbulo del Valle, precisamente a un secadero que tenía la empresa yerbatera Las Marías. Allí lo subieron a otro vehículo, que fue el que finalmente lo trasladó a Posadas. Pero nuevamente sobrevivió. Aquella vez, antes de liberarlo, se lo llevaron a un descampado cerca de la costa del río Paraná, le quitaron la venda de los ojos y le mostraron una foto en la que se veía a su esposa Nancy y su hijo Humberto, transitando por la calle Bolívar de Posadas.

“Esa foto que le mostraron, nos habían sacado sin que sepamos, mientras andábamos por Posadas buscando a papá, desesperados, porque no sabíamos dónde estaba” cuenta su hijo.

“La próxima es con ellos” le advirtieron ese día a Bruno, antes de ponerle unos pesos en el bolsillo de la camisa, y ordenarle que se fuera a Oberá.

Los años siguientes, ante los padecimientos físicos y psíquicos ocasionados por las torturas, como por la imposibilidad de volver a trabajar como maestro, fueron muy duros para Bruno Zerbin. Sus riñones y pulmones evidenciaban graves afecciones. Le costaba caminar por lesiones en las piernas, de tantas patadas y golpes recibidos. Tenía EPOC.

Tras una larga lucha, recién en 1986 pudo volver a dar clases en la Escuela 43 de Aristóbulo del Valle y en la 460 de El Soberbio. Si bien ya estaba separado de Nancy, continuaron teniendo una relación de compañerismo. Sus últimos años los pasó en casa de su amigo Abraham Brucks y familia, en el kilómetro 209  de Aristóbulo del Valle, donde lo consideraron como un familiar más. “Fue casi como si lo hubiéramos adoptado” ríe María Elena Brucks, también docente e hija de Abraham, al recordar esos tiempos con Bruno. “Para mi era como un tío más. Era un ser extraordinario. Si bien ya estaba muy enfermo, porque había sido torturado y tenía secuelas, pasamos momentos muy lindos esos años. Sabía mucho sobre muchas cosas, y nos aconsejaba. Era un ser único, una pena todo lo que le hicieron. Tenía heridas en las piernas, que nunca sanaban” recuerda María.

Las fotos del archivo familiar de los Brucks, encuentran a Bruno Zerbin en distintas situaciones familiares y pintorescas. “Lo recordamos de la mejor manera. Era muy compinche nuestro y nuestros hijos lo adoraban” añade María Brucks.

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Sancionada en 1991, la Ley 24.043, reconocía los derechos de “las personas que siendo civiles hubiesen sufrido detención en virtud de actos emanados de tribunales militares”, disponiendo beneficios y compensaciones de índole económica. Enrique Zerbin, hermano de Bruno, intentó por todos los medios que su hermano se acoja a los términos de esta normativa. En una carta fechada el 22 de enero de 1992 y escrita a máquina de escribir, Enrique le explica a Bruno los requisitos para ser considerado en el marco de esta ley reparatoria. También lo orienta en cuestiones relativas a su jublación, que llegaría finalmente en 1994. Bruno tenía entonces, 50 años.

Bruno Zerbin no quiso reclamarle al Estado argentino por las detenciones y torturas recibidas tanto en la comisaría de 25 de Mayo como en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Brigada de Investigaciones de Posadas. Su hijo Humberto, repite textualmente lo que su padre pensaba al respecto: “Mi Patria no me debe nada, porque nada me hizo. Lo que me hicieron a mí, fue obra de unos facinerosos que tomaron el poder por asalto”.

Burno Zerbin falleció en noviembre de 1999. Sus restos fueron enterrados en el cementerio La Piedad, de Posadas.

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Esta es la primera vez que se cuenta la historia Bruno Zerbin. No hay registros oficiales ni judiciales sobre su paso por el Centro Clandestino de Detención Brigada de Investigaciones de Posadas. No hay investigaciones ni justicia en torno a su caso. El maestro Bruno Zerbin fue una víctima más de la dictadura en Misiones. Un hombre perseguido, encarcelado y torturado por sus ideas políticas. Un docente al que intentaron anular por todos los medios posibles para que no diseminara el mensaje de justicia social e igualdad que solía, como tantas y tantos otros docentes, pregonar a sus alumnos y coterráneos. Por alguna razón, no fue asesinado. Pero vivió sus últimos años bajo el tormento del martirio físico. Su historia, hito de dignidad, convoca entre otras cosas, a reflexionar acerca de la impunidad y la falta de celeridad en los procesos judiciales tendientes a investigar, esclarecer y juzgar la totalidad de los crímenes cometidos durante la última dictadura en Misiones. Algunos represores (militares, policías y civiles) aún caminan sueltos. Otros van muriendo en la impunidad, al igual que las víctimas y testigos. En su memoria, habita también un reclamo de Verdad y Justicia.

Categorías: Historias

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