En la madrugada del 24 de marzo de 1976, el reportero gráfico Miguel Giménez logró una imagen única e histórica, que muestra el instante en que los militares toman la Casa de Gobierno de Misiones. Esta es la historia de esa foto y de su autor.
Por Sergio Alvez
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Hay un hombre sentado en uno de los bancos de la plaza 9 de Julio. Es martes. Fue un día caluroso en Posadas pero ahora son las diez de la noche y sopla una brisa tenue, que mece sutilmente las ramas de los lapachos y pindós de la plaza, provocando un sonido somnoliento. En cambio, las pitangas y los ceibos se agitan en silencio. Nada más se escucha. El hombre está nervioso pero procura que ningún indicio de aquella sensación se traslade a su semblante. Más bien, busca con su actitud corporal, aparentar ser una persona que simplemente se ha detenido a matar el tiempo, quizá agobiada por una febril jornada laboral, o alguien que vaya a saber porqué, no quiere volver a su casa; a lo sumo, un tipo que divaga aburrido mientras espera a alguien en absoluta parsimonia. Y puede que cualquiera de estas apariencias resulte creíble y no despierte sospecha alguna, excepto por un detalle: la cámara Asahi Pentax, con un viejo teleobjetivo de 300 mm que cuelga de su cuello.
El sujeto se llama Miguel Giménez, tiene 29 años, es reportero gráfico y está próximo a concretar una de las fotografías más emblemáticas de la historia del fotoperiodismo de la provincia de Misiones.

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Ese día, el 23 de marzo de 1976, el rumor del Golpe circuló con fuerzas en las redacciones de los diarios. “La presidenta María Estela Martínez de Perón tiene las horas contadas” había escuchado Miguel esa tarde. La plaza estaba a oscuras y ningún ser humano asomaba por la calle Félix de Azara. A juzgar por el paisaje nocturno, parecía reinar la calma. Miguel sabía que no era así. Que aquella quietud no iba durar. Esa certeza lo mantuvo firme en el banco de madera. Llegó la medianoche. Miguel no podía saberlo a ciencia cierta, pero en esos instantes, la democracia agonizaba. De pronto, sintió una especie de temblor en el suelo. Giró la cabeza. Una caravana de vehículos hacía su ingreso a la plaza. Uno de los autos estacionó frente a la puerta de Casa de Gobierno. Más de diez militares uniformados y armados, ingresaban. También había un hombre vestido de civil, con ropas claras. Miguel suspiró. Se levantó del banco, sujetó la cámara y procuró mantener la discreción entre unos arbustos, pero a la vez, acercarse cuanto fuera posible al objetivo. Sólo tenía una película para tomas diurnas. Disparó varias veces. Sintió alivio al notar que no había sido descubierto por los militares que se aprestaban a ingresar a la Casa de Gobierno. Comenzó a caminar en dirección contraria, alejándose con premura hacia algún rincón más seguro de la madrugada.
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“Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones”. Aquel miércoles 24 de marzo, el Comunicado Nº1 de la Junta Militar, en la voz grave del locutor Juan Mentesana por cadena nacional, anunciaba el Golpe de Estado que instauraba la dictadura militar en la Argentina.
En Misiones, esa madrugada del 24 de marzo, el coronel Juan Beltrametti, llamó por teléfono al gobernador Miguel Angel Alterach, quien se encontraba en su domicilio.
—Estamos en la Casa de Gobierno, ya la ocupamos, vení para acá que tenemos que hablar.
Alterach llegó a las cuatro de la madrugada. Beltrametti le pidió la renuncia. Le explicó que tenía órdenes “de Buenos Aires”. Se refería a la Junta Militar. El gobernador democrático se negó.
– Ustedes no me designaron, a mí me eligió el pueblo y yo sólo respondo al mandato de él.
Al igual que su tocayo fotógrafo, Alterach también se fue de la plaza caminando de madrugada, en silencio y soledad.
Horas después, la edición vespertina del diario El Territorio, donde trabajaba Miguel Giménez, publicó la fotografía en la portada. A cinco columnas, el título principal decía: “Juraron los miembros de la Junta Militar de Gobierno”. La imagen principal mostraba a Videla. Debajo, la foto de Miguel Giménez, retrataba el momento preciso en que los militares hacían su ingreso a la “Rosadita”. “Absoluta normalidad en todo el país” enunciaba un titular dispuesto bajo esa imagen.
De esa saga de disparos fotográficos, surgió además otra foto que, aunque más difusa, posee un peso histórico invaluable. En dicha imagen, se distingue al gobernador derrocado Miguel Alterach junto al dictador Beltrametti en la vereda de Gobernación. Esta captura fue publicada en la edición del jueves 25 de marzo del diario El Territorio.


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Juan Carlos Marchak es uno de los reporteros gráficos más prestigiosos y experimentados de la provincia de Misiones. Compartió varios años con su colega Miguel Giménez en El Territorio y desde hace algunos años se desempeña en Primera Edición.
De pie ante la Casa de Gobierno, observa en su celular la fotografía que Miguel hizo esa madrugada del 24 de marzo de 1976. Cavila. Frunce el ceño. Su mirada va del celular hacia la puerta del edificio, en un itinerario continuo, escrutador. “Once metros” dice de pronto. Esa es la distancia que Juan Carlos estima que hubo esa noche entre la cámara de Miguel y la escena que capturó. “En ese tiempo no había teleobjetivo. Fue una toma muy riesgosa. Pudo haber sido descubierto. No hubo flash. No se notan las sombras y rebotes. Los flashes de entonces tiraban un fogonazo, hacían ruido, no era nada discreto. Hubiera sido imposible para Miguel utilizar flash. Además de la corta distancia, el lente estuvo abierto al máximo y tuvo luego que forzar la película. Eso quiere decir que el revelado, que normalmente tenía un proceso de tres minutos en el laboratorio, fue extendido, tal vez hasta cuatro minutos. Esa maniobra es arriesgada pero evidentemente él lo hizo. Es una foto épica” asegura Juan Carlos.
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Puerto Mineral es una diminuta colonia rural de la provincia de Misiones, próxima al río Paraná en el municipio de Puerto Leoni, y conocida por la presencia de la planta celulósica Papel Misionero. Aquí nació Miguel Giménez un 10 de octubre de 1944, aunque a los pocos años su familia se trasladó a la localidad de Corpus. Allí vivió hasta la adolescencia y posteriormente se asentó en Posadas. En la capital misionera comenzó su vínculo con la fotografía, y por esos años, experimentó una breve estadía en la provincia de Santa Fe, donde acudió a estudiar cine.
Como profesional de la fotografía y especializado en el fotoperiodismo, Miguel trabajó en diario el El Territorio, en Primera Edición, en el periódico El Libertador, en el Nuevo Diario de Formosa, el Federal de Santa Fe y ABC Color de Asunción. En éste último medio de comunicación paraguayo, realizó la cobertura fotográfica del magnicidio de Anastasio Somoza. Además, se desempeñó como fotógrafo de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación y fue colaborador de las agencias DYN y TELAM.
Así mismo, realizó exposiciones fotográficas en diversas ciudades de Argentina, Brasil y Perú. Tuvo cuatro hijos: Ana, Noelia, Octavio y Manuela.
Falleció el 1 de febrero del 2016. Un artículo publicado al día siguiente de su deceso en El Territorio, señala que “Entre los más destacados por sus ex colegas del decano del periodismo se encuentra el hecho que Giménez tomó la única fotografía de los minutos posteriores al golpe militar de 1976 en la provincia”.
La periodista María Itumelia Torres, compañera de Miguel en distintos medios, asegura que “lo que caracterizaba a Miguel era su pasión y su entrega por el oficio. Se comprometía al máximo con las notas. Le gustaba intercambiar con nosotros, los periodistas, entender a fondo de que venía cada nota. Buscaba interiorizarse para volcar eso en su trabajo. Le daba mucha relevancia. Siempre encontraba el ángulo perfecto. Y conocía mucho acerca de los aspectos técnicos del revelado. Miguel era un periodista de la fotografía. Y un ser entrañable, muy querible. No me extraña que haya sido él quien capturó semejante registro histórico del ingreso de los dictadores a la Casa de Gobierno de Misiones”.




(Imágenes: Gentileza Manuela Giménez Lutgen. Archivo familiar)
2 Comentarios
Néstor ferraro · 23 marzo, 2022 en 2:32 pm
Estupenda historia! No conocía la historia de Miguel pero si la foto. Felicitaciones!
naco barrios hermosa · 24 marzo, 2022 en 9:44 am
Excelente narración. Tal cual, la descripción de su persona. Fuimos amigos muchísimos años. Su compromiso con la ética, hacía del periodismo una de la más honrosas profesiones.